Es desagradable.
La cuestión
ya no pasa por anhelos de tímidas sonrisas, de la necesidad del fuego de unas
manos para bailar, ya nada acaba llevándome al portal de Laura.
Ya no sé cómo convencer a la muerte
de que me suicide con tus pupilas. ¿Dónde quedan las noches a solas con
Baudelaire? ¿Dónde queda el alma a flor de piel, los sentimientos desgarrando por
dentro? ¿Dónde quedaron las primeras luces desnudas?
Admiro el vacío.
Vuelcos de alma, giros
insospechados y la sucesión de días sin sentido. El centro puro de mi misma. El
infinito de tu mirada perdida. El imán de mis infinitos caminos para tu único
destino.
¿Qué se siente cuando no existen
co-razones? ¿Qué ocurre cuando ya no quedan planes de huidas? ¿Qué hacer al
descubrir que las huidas hacia delante siguen siendo huidas? Cuando los sitios
en los que amaste la vida se te escapan de los dedos… Cuando la melancolía
fantasea con nuestra amistad mientras me clava puñales de estramonio.
Es desagradable.
Cuando los ríos
del veintisiete ya no son cálidos, cuando se lloran cristales, cuando cualquier
hoja trae consigo imágenes color sepia, letras que se queman, lluvia ácida.
Anhelo que me entiendan.
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