Sigue dejando que tu sonrisa ilumine el mundo, al menos el mio.

Sigue dejando que tu sonrisa ilumine el mundo, al menos el mio.
Oceànica sensació.

viernes, 10 de enero de 2020

Pequeños príncipes con acento francés.

Te recuerdo en las cotidianas escenas de verano.

Te recuerdo en los días del equipo de cocina, entre humo de pimientos y aquellas maravillosas tormentas del Caribe. Te recuerdo en la música que me vistió entonces, en todos los rincones mi Castillo del alma, en aquella cabaña. Te recuerdo las noches de lotería, en cada monumento de la smoking área.
Te recuerdo en los bosques, en las setas venenosas, en los paseos por la tarde. Te recuerdo en las bicicletas por la tarde, en las mañanas de muro. Te recuerdo en todos los acentos del mundo.
Te recuerdo en todos los caminos de piedra que conducías hasta el paraíso de los fines de semana eternos, de los días de carretera y manta, de festivales indescriptibles y nuestras ganas de arder.
Te recuerdo en el verano en que me enamoré de las vacas, los pueblos y sus miradores, cuando moría de ganas por aprender francés y jugarme la vida por pasar cinco segundos más contigo.Cuando el futuro se vestía a cara o cruz.

Te recuerdo en todos los hoteles del país del vino diario.
Te recuerdo en todo el humo que invadió mi cuerpo y todavía siento. Te recuerdo en el aire, en la magia que impregnaba cada uno de nuestros momentos, cada uno de los instantes en los que me regodeé en tu ombligo.
Te recuerdo en las crepés con mucha nutella, en tus crepés con mucha nutella, en lo sencillo que fue enamorarse de tus ganas de hacerme sonreír. Te recuerdo en el olor a ropa limpia, a tu ropa limpia, en nuestras mañanas a la española con café caliente, cuando empezábamos el día por la mitad y nos sobrara para volar sin alas.
Te recuerdo en los desayunos con post-it's como flamantes diamantes, en tus pequeñas sorpresas, en todas las veces que me pregunté cómo podía existir algo tan maravilloso. En todas las veces que te miraba a los ojos notando como algo se tensaba en mi pecho, atónita.

Te recuerdo en todas las primeras veces aquí.
Te recuerdo en todos los rincones de Porte de Bourgogne, esperando ansioso en tu coche verme aparecer con el corazón en la boca. En los restaurantes al fresco, mis ganas de comerte la vida, y todo el humo que albergan nuestros pulmones.
Te recuerdo en todas nuestras conversaciones, en mis ganas de escuchar tu voz, de retransmitirte las aventuras cotidianas, en describirte los atardeceres en el suroeste.

Te recuerdo en las las dulces discusiones de los primeros días, esas que terminaban en tu cama y entre tus brazos. Te recuerdo dentro de tus ojos pardos, cuando podía ver el precipicio de mi alma entre tus cuerdas vocales.



Pero te recuerdo también en los primeros misunderstanging.
Te recuerdo en los abismos que formaste para crear distancia. Te recuerdo en todas las veces que se te quebró la voz pensando seriamente que tal vez yo podría buscar otra cosa, cuando fuiste incapaz de ver que el mundo entero me sobraba si tenía tu sonrisa, cuando no podías ver que mi felicidad estaba rendida a ese puto milagro que supone que tu existas.
Te recuerdo con todos tus fantasmas a caballo bajando por mi mirada, te recuerdo en todas las veces que luché a fuego para combatirlos, para abrirte los ojos, para llenarte la vida de flores. Recuerdo cuando nada fue suficiente.
Te recuerdo en todas las veces que juré que nunca más, en todas las veces que en las que la derrota me pareció el néctar más dulce, en todas las veces en las que empecé a coser mis heridas sin decirte nada. Tan tú. Que ya lo dijo Benedetti, es fácil levantar muros para no ser heridos, pero yo siempre fui más de construir puentes, que por ellos se va a la otra orilla pero también se vuelve. Que volver significa avanzar. Es algo que, tristemente, jamás te hice comprender.
Y me recuerdo a mi, pequeña niña de algodón con sabor a agua salada, desde el suelo, viendo rugir a todos tus fantasmas, viéndote escupir fuego por los ojos, abriendo distancias, incapaz de escucharme, incapaz de entenderme. Sabes, anhelo que me sientas cuando me llores.

Pero también nos recuerdo cuando no podía parar de sonreír, cuando seriamente me preguntaba si podía ser real.
Nos recuerdo en todas las veces que cerré los ojos, en todas las veces que me pellizqué las mejillas para ver si estaba soñando.
Nos recuerdo en todos los besos, en todos los viajes, en todos los asientos de los coches. Nos recuerdo entre las olas, de la mano plantandole cara al futuro incierto. Nos recuerdo con todo el amor del mundo en las calles de Vichy, en las playas artificiales, en los vasos de los festivales de las primeras veces.




Que nos recordaré siempre sonriendo, en tu cama, tocando mi pelo, descubriendo cada centímetro de tu cuerpo. Que nos recordaré siempre desnudos, riendo, amándonos, divagando sobre el porvenir. Que nos recordaré siempre en cada "me too", en todas las veces en las que te apresurabas a decirme que me querías cuando yo te preguntaba algo. Que nos recordaré siempre felices, creando nuestra felicidad y descubriendo nuestros miedos.
Nos recordaré siempre como aquella primera vez en los lagos del centro de Francia, con taquicardia adolescente, sonriendo hasta doler, con ganas de comernos la noche.




Lo siento.