Sigue dejando que tu sonrisa ilumine el mundo, al menos el mio.

Sigue dejando que tu sonrisa ilumine el mundo, al menos el mio.
Oceànica sensació.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Se me hace raro no escribirte cada dos minutos porque no encuentro mi puerta de embarque.

A veces siento un deseo un deseo irracional de coger el primer avión que encuentre y volver a tus calles.

A veces siento la necesidad innata de escuchar tu voz. De oírte bromear. De escuchar tu risa. De imaginar tu cara. Esa cara de idiota. Tu cara de "ah?".

A veces quiero arrancarme las ganas implacables de recordarte tan cerca de mi.

A veces el viento de Irlanda me acerca tu aroma, me embriaga trayendo tu sombra saltando mares y meses. Entonces, de forma innata, siento la necesidad de contartelo. De llamarte desesperadamente y contarte lo mucho que te echo de menos. De contarte que sigo esperando a que lleguen las once y me llames. De contarte que me siguen pidiendo el DNI cuando compro sidra o boquillas (lo sé amor, ¡boquillas!). De contarte que sigo sufriendo ataques al corazón cada vez que me vibra el móvil, a pesar de que mi cabeza reconoce cuan absurdo e imposible es que aparezca tu nombre en la pantalla. De contarte que sigo llorando cada vez que cruzo ese camino de tierra, que sigo imaginando aquella lluvia empañada por mis lágrimas, que sigo recordándome suplicándote que me quieras.

A veces sigo fantaseando con tu cuerpo en mis sórdidos recuerdos, nuestras noches haciendo el amor hasta altas horas de la mañana, recordando todas las historias que siguen encerrando las habitaciones que vestimos de color entonces. Recordando el sexo al alba, las camas rotas y las risas en los ascensores. Recordando la banda sonora de nuestros cuerpos juntos, deseando que se calle el ruido de una maldita vez para poder oír la lluvia caer limpiando la ciudad de espectros. Te oiría hablar en sueños, y abriría las ventanas. Recordando todos y cada uno de los sitios donde te besé, donde el amor nos hizo a nosotros. Donde el amor me hizo a mi.

A veces siento la necesidad de decirte que te sigo reconociendo en los poemas. Que son ellos los que llegan a mi vestidos de tu presencia y tu recuerdo. A veces tengo ganas de plasmarlos en los pájaros que vuelan hacia el suroeste. Ahora entiendo su expresión...¡Gloria bendita!

A veces sigo echando la vista atrás y puedo teletransportarme cinco meses. Cinco increíbles meses. A las maravillosas playas del sur, a las noches eternas contando mil historias. A veces huyo a las noches de sexo y cigarros perfumados. A veces escapo a tu piso, a mi piso, a las luces del Sur, a tu pequeña habitación pegada a la cocina, a mi desordenado cuarto con el colchón en el suelo.
Las esquinas de Granada no se hacen una pequeña idea de lo feliz que fui aquellos días. Mi drama, mis días ahumados, nuestras escaleras, las noches de cenas, los gin tonics y las azoteas. Oh Dios, ¿recuerdas los gin tonics? Aquellas azoteas... ¿Recuerdas los ascensores de los chill out's granainos? Fui tan feliz, me sentía tan profundamente afortunada.  Recuerdo que me bastaba verte para sonreír, que despertaba por las mañanas con la mayor de las sonrisas y las ojeras pintadas. Reíamos tanto.


A veces sigue desesperándome tu ausencia.

Y todo queda reducido al absurdo de la indiferencia, de la frialdad, de la falta de cariño multiplicada. Pasé tanto tiempo en el suelo que terminé por formar parte de él.

Y aprieto fuerte los puños. Y acallo mi conciencia con la frase que terminó de rematarme "no sé cuándo se torció esto", y el dolor remite, aunque no desaparece.
Y entonces recuerdo todas tus frases. Recuerdo que la mejor opción que encontraste nueve meses después fue romper el corazón a la chica de la sonrisa perenne. Y recuerdo el estruendo, todas las veces que no sabías qué decir, que no sabías que podías hacer.

Todas las veces que has utilizado la soga hecha de "es lo que te puedo ofrecer ahora."

Y los ojos se me van hacia la izquierda, hacia los "yo SIEMPRE te iré a buscar al fin del mundo." Todavía los observo, aunque desde lejos, segura, sin acercarme demasiado, sin volver a leerlo.
Aún daría todos mis tesoros más profundos por saber si en algún momento me quisiste de verdad, si realmente te importaron mis sentimientos, si alguna vez velaste por ellos. La duda me quiebra en dos.

Aún sigo fantaseando y volando sin alas, porque todavía sigo esperando que me llames en algún inesperado momento para decirme, entre risas tímidas, que todo ha sido una broma. Que nada de lo que dijiste fue real, que no sentías ninguna de esas palabras. Que me amas, que me prometes que siempre me vas a querer, que siempre me vas a cuidar.

Me reiría fuerte, recogería todos mis pedazos del suelo y te besaría aún más fuerte. Nunca dejes de buscarme.


sábado, 27 de octubre de 2018

Jamás te harás una idea de lo que me dueles el alma, de que te amo, de que me rompo.

No puedo.
Realmente no puedo.

Pienso que todo va a ir bien, que la sonrisa que dibujo en mi cara cubrirá esa media luna. Pienso que con aquél disfraz será más que suficiente. Pienso que puedo sobrellevarlo, que puedo reconducirme y hacerle trampas al sol. Pienso que puedo esconder todo lo que siento y regalarte el positivismo que necesitas.

- Yo sólo quiero que tú estés bien.

Entonces vibra.
Y escucho su voz. Y mi mundo se derrumba, y no valen disfraces ni máscaras, ni aquél guión que escribí en la palma de mi mano. Bien.
Entonces escucho el estruendo y miro hacia abajo, y me veo rompiéndome en quinientos kilómetros de trozos. Y ni siquiera puedo salvarme, y nadie me tiende la mano.
Y veo esa línea curva en tu cara, ese trazo del que intento apropiarme pero no alcanzo. Y mis trozos se ríen de mi susurrando que mis palabras no van a volver convertidas en escalofríos a flor de piel. Que la felicidad que me regala no vale más que sesenta minutos al día, más o menos.
Y me dices que el negativo de mi vida es construido y proyectado por el agua salada. Y te pido perdón por todas mis carencias al tiempo que miro de reojo el recuerdo de lo que fui. Y mis ganas te imploran que no me abandones mientras mis ojos te gritan no haberte encontrado jamás. Mi mente pretende mitigar el dolor con la idea de nunca haber jugado a sentir, mientras que mi corazón desea verte pedirme compartir mis primaveras, mis otoños disfrazados de sonrisas. Y mis sueños te gritan una vida a tu lado, mientras la razón me suplica tregua, tiempo y distancia. Y todo se resume al pánico que me producen las noches sin tu aroma, y mis ansias de escucharte decirme que la única vida que merece la pena es la que puedes vivir a mi lado, que te mueres de ganas por mostrarme tu sonrisa antes de que todo te sucediera. Que el único motivo que te anima por las mañanas es recordar que yo estoy en la tuya.

No valgo nada.

Y no puedo evitar las tormentas. No puedo evitar descubrirme deseando fingir para no trastocar tu armonía. Para que no descubras nunca que ya no me necesitas, que tus vértices volvieron a recomponerse y yo no te hago falta. Que puedes seguir caminando recto hacia tu verdadera ventura.


Destierro, soledad y frío.

Y solo puedo pensar en lo estúpida que soy. En tardes rosadas en las que no fui más que un retal que daba sentido a los días de abandono -pero fueron mías-. Y siento el vacío, me pesa el alma y me duele la conciencia.
Pero sólo puedo pensar en la tortura que sé que supone alejarte, mientras apunto en mi libreta las veces que lo consigo. Y pienso que todo es mi culpa, que siempre fue mi culpa. Que nunca tendré lo que hay que tener para compartir días y no almohadas. Que no soy más que un plataforma que acerca a las personas a su verdadero destino. Que mis lágrimas transportan ojos con la suerte de otras vidas. Que mis palabras solo sirven para curar heridas no para vincular mis lunares a sus labios. Que soy un puente, un camino agradable, perfecto para recomponer el alma y rehacerse.

Que jamás tendré la fuerza para devolverme mis palabras. Que merezco lo mal que me sale todo. Que no hay nadie, que hace tiempo que no hay nadie.

Que miro mi reflejo y lo detesto. Que hace algún tiempo que no me provoco más que aversión a mi misma, que detesto mis manos, mis uñas y mis ojos. Que ya no puedo quererme. Que ya no quiero levantar la cabeza y sonreír. Que ya no me quedan motivos. Que odio todo lo que me envuelve.
















Y sólo puedo pensar que nunca merecí la pena

sábado, 8 de septiembre de 2018

Sigo en el mismo sitio del que huiste.

A veces tengo miedo.

Puedo bucear entre navajas por tus más bellos recuerdos. Puedo sentir como me hiere tan solo pensar que yo no podría, que yo no puedo...

Puedo bucear entre mis más horribles miedos, donde claramente puedo verte sosteniendo una cerveza y brindando a su salud. A su caffè espresso. A ese intento vuestro de volver a nacer, con mi corazón aun fresco tendido en la cama.

Puedo bucear entre todas las dudas que me escondes. Y veo tus ojos buscando el sureste, rastreando aquel boto tan familiar durante ciertos años. Y me veo a mi, nadando entre mis lágrimas contra tu marea tratando de alcanzarte, pero no llego. Tal vez nunca llegue.

Y me detengo en tus pupilas pero no me veo. Y veo todos mis estúpidos y patéticos intentos de que te enamores como yo necesito que me quieran, pero sólo encontré palabras que me destrozan el alma.

- Aunque mis actos puedan confundirte, intento sentirme mejor diciéndote que sólo es un juego, que sólo eres un juego. Después no vayas gritándole al mundo que no te advertí que palpito por otros ojos.

A veces tengo miedo.
A veces me detengo en mis veinticuatro razones y no me encuentro entre tus treinta y siete anhelos. A veces mi mente, débil y nostálgica, necesita explorar tus otros mundos. A veces necesito romperme el alma con todos tus tonos color sepia, con todas las sonrisas, las manos en la cintura y las copas de vino. Necesito verlo para castigarme.
Entonces me detengo, rota y estúpida, y me observo por dentro. Ni esas sonrisas, ni copas de vino, ni planes de vida, ni rumbo, ni prisa, ni dirección.


A veces tengo miedo.
Y me quiebro hecha millones de hilos de cristal comprimiendo mi corazón. Y es ahí, en mis peores momentos, cuando puedo observarme con mayor claridad. Y me pregunto dónde quedo yo, qué hay de diferente en mi, cómo empezó todo esto. Todas las mañanas me pregunto si esta coyuntura fue creada únicamente por mis ganas, si tú tuviste algo que ver, si en algún momento pensaste en mi corazón del mismo modo que yo me desvivía por plasmarte los versos más bellos. Patética.

A veces siento tanto miedo que no me quiero. Que no me valoro. Que siento que no valgo absolutamente nada. Que ni siquiera me merezco.
A veces me pregunto qué soy para ti, qué fui. Qué significaron para ti los días más bonito de mi último año en el Sur. Qué fue para ti tener mi corazón en tus manos, qué fue para ti tirarlo al suelo y pisarlo fuerte cuando solo buscabas la costa de la mano de tus antiguos recuerdos.


"Quiero tener el poder de hacer llorar el corazón de la gente que no sabe que quien no arriesga no gana y no pierde. Que sólo a los cobardes los persiguen las agujas del reloj."



sábado, 14 de julio de 2018

Hay un paraíso en cada piel.

Espejo.             
       1. m. Tabla de cristal azogado por la parte posterior, y también de acero u otro material               bruñido, para que se reflejen en él los objetos que tenga delante.
       2. m. Cosa que da imagen de algo.
       3. m. And. Transparencia de los vinos dorados. (RAE).



Espejo.
La ternura de una mirada, la protección universal de una sonrisa. De esas nubes de algodón, tesoro de la humanidad, que comienzan a sonreír dos calles más arriba del primer sueño de la noche.
Seguridad, valentía, alegría, ¡Primavera encarnada!

- Da ganas de vivir, desprende vida por los poros. ¡Tiene luz propia!

Capaz de cura heridas en un abrazo, capaz de elevar almas con roces de palabras. Simpatía intrínseca, ternura hecha de piel y caricias, dulces palabras y el brillo de los nuevos días en los ojos.

- Es mágica, no hay mentira en su fuego.

Escrito para ella, tanto tiempo atrás. Es como si todos los Grandes hubieran presentido la sombra de sus antiguos pasados, de sus géneros deconstruidos, de sus yo que existían antes de que la poesía fuera un juego de trovadores y juglares al son de las sombras de la intuición de su existencia.
Es como si las palabras sólo tuvieran sentido cuando ella las tiende al sol y las moldea, cuando sus labios pronuncian todas las letras del alfabeto dotándolas de la belleza del Arte.
Como si todo lo que se ha escrito se basara en un roce de mejillas, en su forma de tocarse el pelo, arrancar el miedo y salir a bailar bajo la lluvia.

Es como si todas las verdades de la Historia carecieran de sentido.
Es como si el arder del fuego cobrara sentido a su paso.
Es como si sus pasos siempre condujeran al presentimiento de una vida mejor.
Es como si la utopía de los locos acontecimientos acudieran a su encuentro para terminar estallando en realidades de colores al encontrar el centro puro de ella misma.

La suerte le guiña un ojo, el sol ilumina las aceras cuando ella pasa y las calles susurran nuevos tesoros.


Ella.
Niña voladora. De las nubes más altas al suelo más frío. Cada noche, desde el primero de los sueños hasta el último aliento.
Probadora de suerte. Des d'El País de l'olivera fins a les carreteres infinites del Sud.

- ¡Deltoya en vena esta noche y vino hasta dejar de existir!

Dos meses. No deja de llover, su corazón tiende las penas en los rincones más oscuros de su pensamiento. Dudas, la incertidumbre pisándole los talones. Está acorralada, no le quedan balas. Marea atiende...

Ahora Ella imagina el mar. Recuerda el peculiar aroma que se esconde tras las rocas, y su piel se eriza al rememorar todos los momentos, esos que juró dejas atrás para no volver. Jamás. Ahora vuelven a su memoria convertidos en dardos cargados de la más dulce de las nostalgias.
El mar y el verano la han visto crecer, la calitja, las tardes de ajedrez y playa envuelta en capas de hormigón. Todas las noches con hora de vuelta y humo en los dedos; todas las malditas noches mágicas cerca del mar.

Vértigo. Que el mundo pare.
Ahora Ella huele a despedida en cada esquina de la ciudad que lamió sus heridas hasta arrancar sonrisas como puños.
Las primeras noches, aquellas eternas primeras noches. Las primeras visitas, las primeras locuras, las primeras almas que trastocaron su vida. Aquella primera mirada, tímida y sonriente, eterna en la memoria, de la persona más noble del planeta, aquella primera mano amiga que se ha transformado en talismán. El calor de sus días.

Sigue acorralada, no le quedan balas, y las lágrimas empañan los cristales de los coches. Las calles en julio están heladas.
Su surte consiste en apostar hasta la última energía en sentir la libertad. Y volar.
Su surte consiste en apostar hasta la última lágrima en ese puto milagro que supone que exista.



Su suerte consiste en la mente fría, el corazón prieto en la mano, el alma alta y la claridad en los ojos.




Reflejo:

     1. adj. Que se refleja o ha sido reflejado.
     2. m. Luz reflejada.
     3. m. Imagen de alguien o de algo reflejada en una superficie.
     4. m. pl. Capacidad que tiene alguien para reaccionar rápida y eficazmente ante algo. (RAE)

martes, 15 de mayo de 2018

Me puedes ver por dentro con sólo mirarme de frente.

Cuando era antes, hace unos lunes al Sol, cuando aquellas luces de invierno escribían mis días. Cuando me sentaba cara a cara con mis carencias y las tendía al sol de mis torturas emocionales.

Cuando vuelven los recuerdos de todo lo que puedo ser y no soy, cuando el afecto pasaba necesariamente por unas manos desnudas, por tonos ocres y noches a las seis y media de la tarde.

Fue entonces, en lo más profundo de mis entrañas, cuando tuve una seria discusión conmigo misma, de esas que revolotean a mi alrededor. Cuando sentí que mi ser no valía mucho más que un precipicio, un acomiadament y el tiempo. El Tiempo.

Cuando los estruendos me gritaban reacciones que no sentía, cuando el entorno me envolvía en abrazos que me vacían por dentro. Llueve.

 -Quiero poder sentir que siento, quiero querer noches de madrugada, ¡quiero mi barniz de Primavera!

Ahora.

Ahora vuelvo a cuestionarme, vuelvo a mirarme desde arriba. Yo aquí, en el suelo, extrañada y desnuda. Yo aquí, desde arriba, con hilos de cristal colgándome del alma y la sonrisa maquiavélica, hablándome con esa condescendencia que tanto odié. Todo lo que puede haber sido y no soy, todo lo que puedo hacer y no hago. Todo lo que DEBO hacer y no PUEDO.

No puedo. No puedo. No puedes.

Cuando salvar su piel supone más que entender mis silencios. Cuando las sensaciones externas pesan más que las súplicas invisibles. El voraz incendio. Mi voz dormida.
El estallido, los rallos y truenos brotando del hígado, escritos a sangre por el terror.

El terror. El miedo a no sentirla. El miedo a todos los abrazos perdidos en abismos de los lunares que escribieron el destino de mi vida, de nuestras esperanzas más íntimas y humanas. Del sueño de mi vida, del sentimiento más puro e inocente. "Que enfermé por desearte, por no poder tenerte, por amar demasiado." Jamás se ama demasiado, jamás un sentimiento en el mundo puede ser tan incalculable.

Tal vez todo se reduce a eso, al sentimiento más noble, más humano. Un secreto a voces, una carencia sentenciada grabada a fuego en los lunares. El atisbo de esperanza que hace a los individuos... Humanos.



"Lo que se derrumba me ayudó a construir, pero estoy agotado y te amo, vamos, únete a mi."
















martes, 3 de abril de 2018

"Eternamente Laura"


Es desagradable. 
La cuestión ya no pasa por anhelos de tímidas sonrisas, de la necesidad del fuego de unas manos para bailar, ya nada acaba llevándome al portal de Laura.
Ya no sé cómo convencer a la muerte de que me suicide con tus pupilas. ¿Dónde quedan las noches a solas con Baudelaire? ¿Dónde queda el alma a flor de piel, los sentimientos desgarrando por dentro? ¿Dónde quedaron las primeras luces desnudas?

Admiro el vacío.

Vuelcos de alma, giros insospechados y la sucesión de días sin sentido. El centro puro de mi misma. El infinito de tu mirada perdida. El imán de mis infinitos caminos para tu único destino.
¿Qué se siente cuando no existen co-razones? ¿Qué ocurre cuando ya no quedan planes de huidas? ¿Qué hacer al descubrir que las huidas hacia delante siguen siendo huidas? Cuando los sitios en los que amaste la vida se te escapan de los dedos… Cuando la melancolía fantasea con nuestra amistad mientras me clava puñales de estramonio.
Es desagradable. 
Cuando los ríos del veintisiete ya no son cálidos, cuando se lloran cristales, cuando cualquier hoja trae consigo imágenes color sepia, letras que se queman, lluvia ácida.

Anhelo que me entiendan.